Corrimos
a preguntar a la señora Fernanda si sabía algo de espectros.
La
mujer dejó a un lado la colcha de ganchillo que estaba tejiendo y nos contó:
Una vez, hace muchos años, conocí
uno pero no sabíamos que no era un vivo hasta mucho después.
Mi hermana la Adela, que siempre
había sido la más fea de la familia, se ocupaba de limpiar la capilla del
cementerio. Vivíamos en un pueblo muy pequeño y el campo santo también lo era,
entonces las familias se hacían enterrar todas juntas en panteones por eso
ocupaban menos sitio en el cementerio.
Como iba diciendo la Adela cruzaba por el
cementerio todos los días hasta la capilla cuando observó que una de las tumbas
solitarias estaba muy sucia, las arañas la habían ocupado por completo y el
polvo de los siglos cubría hasta la foto y el nombre del difunto.......
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